Dicen que una vez ella encontró un agujero abierto en la tierra.
Llevaba un bastón, una capa violeta y un canasto con manzanas rojas en su espalda.
Arrojó una de ellas hacia la negra espesura, y nada se oyó pues aparentemente ese portal era infinito y comunicaba con el centro de la tierra.
Al tiempo una niña de cabellos rojizos comenzó a crecer bajo la tierra.
Yacía dormida abrazando esa fruta con amor.
Fuera de la tierra una plantita crecía acompañada por la fuerza del sol.
Su vida se era lineal, era ciclos de respiración fotosintética entre el día y la noche.
Mientras ella dormía inconsciente entre las raíces.
Pero un día esa niña despertó.
Llevaba unos doce años durmiendo hasta que tuvo un sueño muy especial.
Fue un sueño con la luna, donde las diosas descendieron a la tierra para despertar a esta criatura que estaba lista para comenzar a ciclar junto con ellas. La diosa blanca susurró al oído que era hora de morder la manzana pues al llegar la mañana ella se trasformaría. En un idioma que la niña no entendió le reveló El secreto de lo sagrado femenino.
La niña no cuestionó pues sentía en su corazón que realmente era hora de transformarse, de salir a la luz, de surgir de la tierra.
Comió la fruta sagrada y su cuerpo comenzó a crecer, brotaron unos sutiles pechos de miel y su torso comenzó a estirarse envuelto por la madera de un tallo que, a su vez, se iba transformando en madera...
Del árbol brotaron varias flores blancas que mostraban la pureza de esa niña que se iba transformando en mujer.
Le llevó un tiempo adaptarse a esta nueva forma. Su cuerpo de mujer y su tronco de árbol, se desarrollaban al tiempo que su psiquis iba entendiendo que su vida ya no era lineal, que ahora era regida por la luna y sus fases.
Ahora comenzaba a entender cuál era El secreto de lo sagrado femenino que le había transmitido la Diosa: debía oír su intuición, para poder entender esas fuerzas que tanto la afectaban, incorporarlas y lidiar con ellas en armonía con el cosmos pues de ese modo traería creación y creatividad a la tierra. Daria deliciosos frutos rojos que trasmitirían al hombre su sabiduría divina y natural.
Así como la luna menguaba llegaba, ella se retraía en su fuero interno. Podía pasar horas meditando, observándose, siéndole complicado interactuar con las energías externas.
A veces esa luna la confundía, o la hacía sentirse angustiada sin saber por qué. Entonces las hojas del árbol caían como en el otoño.
La sombra de la luna avanzaba y llegando la luna nueva un nuevo ciclo comenzaba. Era precisa la destrucción para la creación. Por eso las manzanas caían listas para ser sembradas una vez más, o bien para traer ese dulce sabor del conocimiento a los hombres necios.
Ella se sentía más conectada con su inconsciente, con fuerzas de otros planos y quienes veían ese árbol, algo reseco, sentían la sabiduría de la bruja que habitaba en ese momento. La chamana que traería los secretos de la tierra a la luz. Aunque a veces debiera morir para acceder a ellos.
Pero no todo era sombras en este ciclo sin fin.
Con la luna creciente la niña-mujer se exteriorizaba y como una doncella resplandeciente, expandía toda esa fuerza y luz que había acumulado durante su introspección. Entonces el árbol vibraba, floreciendo y dando los primeros frutos.
Y mas tarde con la luna llena la fertilidad llegaba a su vientre. Ahora era madre, era abrazadora, protectora y dadivosa. Asi completaba su ciclo madurando los nuevos frutos, ofreciendo su amor a la tierra y a lso hombres a través de ellos.
Así pasarían varios años de la vida de esta niña-mujer, en que trabajaría en comunión con las diosas. En su existencia cíclica y la conciencia de la misma resididiría su poder.
Podría tendría altos y bajos. Crear y destruir. Ser orden y ser caos. Amar y odiar, ser buena y ser malvada a la vez, elevarse a los cielos y descender a los infiernos.
Y cada 28 días todo volvería a comenzar con la luna su nueva compañera. Sería cuatro mujeres diferentes, una doncella, una madre, una hechicera y una sabia bruja. y al mismo tiempo siendo seguiría siendo ella misma.
Y el ciclo de las manzanas continuaría eternamente.
Los frutos caerían sembrando nuevas mujeres que volverían a dormir en las raíces hasta DESPERTAR.
ME ENCANTO..ESTA PRECIOSOMUCHAS GRACIAS POR ESA CREACION.
ResponderEliminarGracias!!! podes comapartirlo con niñas mujeres que estén comenzando a menstruar.
ResponderEliminargracias! Excelente relato.
ResponderEliminarQue bella historia, te felicito y agradezco por compartirla
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